La serie Compresión del Universo reivindica la frustración como motor, pretendiendo muchísimo sin hacer
demasiado para lograr eso que no sale “bien”. Y que no salga bien, hace a la obra.
Es un resultado en coma periódica.
La impresión de los mapas provistos por el Centro de Ciencias de Astrogeología del USGS da forma
tangible a una investigación científica ajena, transformando imágenes binarias aparentemente certeras en
una cantidad finita de aproximaciones realistas tamaño A4. No se verifica nada ni se tiene un mínimo
grado de elocuencia científica, y por eso se convierte en algo palpable, cercano.
Es el reflejo de un espejo empañado.
Demuestra la ineficacia con la que nuestros lentes más potentes devuelven la imagen de lo que tenemos
lejos, entendiendo menos al universo a medida que lo vemos más detallado.
Es una política áspera.
El dedo que aprieta “print” obtiene uno de los rompecabezas más grandes y complejos del mundo. Podría
ser el dedo de cualquier persona en cualquier parte, apretando un botón en cualquier impresora barata,
para que salga por unas hojas compradas en un kiosco cualquiera.
Es una usurpación de guante blanco.
La verdadera destreza pictórica proviene de un contexto aparentemente ajeno al arte: algún ojo intuitivo y
pretensioso decidió tomar esa fotografía, tipificarla, nomenclarla y subirla a internet. Yo simplemente la
contextualizo en un espacio de legitimación de arte, operando de manera inversa en que la imagen
original fué concebida: cada mapa es un mosaico de muchas fotos tomadas por los gringos, que se
ensamblan en una gran foto y se sube a la nube, para que un argento las baje y las imprima en un
mosaico.
¿Cuál es nuestra distancia a un punto del cual no hay referencia?
¿Qué entendemos como escala?
¿Cuál es el nombre de la última estrella?
¿Qué es lo contrario al infinito?
Cuando las preguntas nos acercan a nuestro propio lugar, hacen que debamos caer inevitablemente en lo
tangible, en lo cercano.
Cuando el lente más potente no puede ver más que un destello de luz, nos lleva más cerca del suelo.
Esto no es menos que la poesía.
Marcos Calvari