Sobre la serie Enciclopedia
Miraba el cielo, una noche estrellada, acostado en la arena a orillas de un lago del sur. Las estrellas aparecían como esos puntos brillantes de siempre, que suspendidas en la oscuridad, llamaban mi atención por su brillo y los dibujos que formaban con las demás en el juego de unir los puntos. Me preguntaba qué grupos de constelaciones podía identificar allí. Siempre fui muy malo para eso. Aún así me exigía reconocer aquello que había visto tantas veces en los libros de mapas estelares para poder darle nombre a mi experiencia.
De repente sin saber cómo ni por qué, todo adquirió una profundidad inusitada. De ser bidimensional ese telón, se hizo tridimensional. Con el detalle de que la tercera dimensión que aparecía se hacía ilimitada. No había un fondo de repente. Ni una base. Ni un arriba ni abajo. Era algo infinito.
Infinito.
Tan presente en la vivencia como inconcebible para mi mente conceptual, advertí que esa dimensión estaba totalmente fuera de mi comprensión intelectual . Y eso detuvo mi pensar discursivo por un instante fuera del tiempo y el espacio. Quedé extasiado ante eso que sentí que por primera vez realmente veía. Y un vértigo existencial se apoderó de mi.
Leí con los años la frase de Leandro de Argensola :”porque ese cielo azul que todos vemos, no es un cielo ni es azul.”
Y fue desde que la leí, mi guía en muchos modos para aproximarme a eso que llamamos realidad.
La experiencia de mirar el cielo sea tal vez la que más ponga de relieve para mí lo pobre que resultan los nombres y las denominaciones conceptuales a la hora de conocer la realidad.
Y ha sido desde aquel día, casi una aspiración constante, poder conocer y conectarme con el cielo, el espacio y podría decir el mundo, desde esa perspectiva.
Juan Andrés Videla