El sol no se pone nunca
Sobre Atardecer y Día y noche
Durante milenios la humanidad observó al sol y sus movimientos, denominó atardecer al momento breve que se repite en un ciclo obstinadamente reconocible y ubicuo, cuando el sol se pone en el horizonte. A pesar de que la noción de la tierra girando sobre su eje tiene más de cinco siglos y tengamos este conocimiento completamente incorporado a nuestras vidas, todavía observamos “la puesta del sol”. Tal es la importancia del el punto de vista, de la subjetividad. ¿Qué es lo que estoy viendo? ¿Qué fenómenos me permiten percibir lo que percibo?
Atardecer opera sobre estas ideas. Así como vemos que el sol se pone en el horizonte pero sabemos que en realidad es la tierra girando; en la obra, la imagen de este atardecer resulta del hundimiento del proyector en la base que lo sostiene, ocultando la mitad de la proyección para generar la que es también una ilusión de puesta. Se estima que son unas cuatro mil las estrellas visibles en una noche despejada, los puntos luminosos en el fondo negro que componen el cielo nocturno, son en realidad soles distantes en el espacio. Durante el día siguen ahí pero no podemos verlas por la preponderancia de la luz de nuestra estrella.
Día y noche es un dispositivo que invierte esta situación, es el sol el que genera una imagen de la noche, una estrella brillando a través de cientos de agujeros sobre un fondo negro, permite ver el cielo nocturno en pleno día, reproduciendo la posición exacta de las estrellas que están en el espacio en ese momento especifico. El día y la noche en una sola imagen
Kaplan & Dal Verme