La Nada Infinita
Después de caminar un rato me instalé frente al paisaje vacío y amplio donde no había nadie.
Me gusta contemplar el cielo como un ejercicio de empequeñecimiento y humildad, enfrentarme a una escala que no puedo abarcar y permanecer en silencio observando la inmensidad celeste. Si hay alguna intención del pintor es penetrar los secretos de ese misterio oculto y develar algo de eso que se esconde.
La visión del cielo es un espacio abierto y vacío como la hoja en blanco que incita al pensamiento profundo y a la curiosidad de develar ese misterio. En mi caso la pintura es el artificio que elijo como modo de acercarme a la respuesta y a la vez intentar provocar en el que mira otra pregunta.
Creación espontánea antes que examen crítico, punto de vista antes que certeza absoluta y resaltar la fugacidad y lo lúdico por sobre la permanencia son los criterios que prefiero cuando decido lo que va a quedar en el cuadro.
Creo que el cosmos que nos rodea también habita en nuestro interior, somos reflejo del mundo y las respuestas están también dentro nuestro. Quiero ver las cosas como son.
Nadie ve nada y no hay nada que ver porque no hay afuera ni adentro. Al final, tal vez, solo esté la luz.
Juan Montes de Oca