EL CIELO
Por ahí habría que haber empezado: el cielo.
Ventana sin alféizar, sin marco, sin cristales.
Un hueco y nada más que un hueco,
pero abierto de par en par.
No tengo que esperar una noche clara
ni levantar la cabeza
para mirar el cielo.
Lo tengo a mis espaldas, a la mano, en los párpados.
El cielo me envuelve por completo
y me eleva.
Ni las montañas más altas
están más cerca del cielo
que los valles más profundos.
En ningún lado hay más cielo
que en otro.
Tan brutalmente oprimida por el cielo
está la nube como la tumba.
Tan en las nubes está el topo obnubilado
como la lechuza que agita sus alas.
Aquello que cae al abismo
cae del cielo al cielo.
Áridas, fluidas, rocosas,
inflamadas y volátiles
extensiones de cielo, migajas de cielo,
bocanadas y montones de cielo.
El cielo está omnipresente
hasta en la oscuridad bajo la piel.
Como cielo, defeco cielo.
Soy una trampa en la trampa
un habitante habitado
soy un abrazo abrazado,
una pregunta en respuesta a una pregunta.
Dividirlo en cielo y tierra
no es la forma adecuada
de pensar en este todo.
Tan sólo permite vivir
en una dirección más exacta,
más rápida de encontrar
en caso de que me busquen.
Mis señas particulares
son el éxtasis y la desesperación.
El cielo
Wislawa Szymborska
Publicado en Wislawa Szymborska,Poesía no completa
Traducción de Gerardo Beltrán y Abel A. Murcia
Fondo de Cultura Económica
Cielo recibido de María Guerrieri